lunes, diciembre 17, 2007

Instrucciones detalladas

El otro día mientras escuchaba a Alberto Cortéz, recordé esta canción, francamente es una de las mejores que tiene, Aquí le dejo la letra. Aquí les dejo las instrucciones:

PARA SER UN PEQUEÑO BURGUÉS

I
Para ser un pequeño burgués,
ciertamente hay que estar preparado.
Aprender un poquito de inglés
y modales de superdotado.
Por aquello de ser o no ser,
es preciso tender muchas redes,
habitar un coqueto chalé
y soñar con tener un Mercedes.
La mujer de un pequeño burgués,
deberá procurarse un amante
y vencer po detrás el ""stress""
que el marido le da por delante.
La mujer de un pequeño burgués,
la mujer de un pequeño burgués.
II
Para ser un pequeño burgués,
hay que andar siempre bien arropado;
secretaria, chófer y ""valet""
y un despacho muy bien decorado.
Liberal, por supuesto, ha de ser,
aunque el cuerpo le pida otra cosa
y si acaso dejar entrever
una leve tendencia izquierdosa.
Con los tiempos tendrá que aprender
a cambiar sin temor de camisa
y estarán, como tiene que ser,
estudiando sus hijos en Suiza.
Con los tiempos tendrá que aprender,
para ser un pequeño burgués.
III
Para ser un pequeño burgués
hay que estar, casi siempre, reunido:
""Dígale que me llame después"",
y después: ""el señor ya se ha ido"".
El cinismo al más alto nivel,
suele dar sensación de solvencia,
lo que hará que se lleve muy bien
con las damas de beneficencia.
En resumen, se debe tener
vocación, ambición y paciencia
para ser un pequeño burgués.
Yo lo sé, por mi propia experiencia;
aprendí lo que tengo que hacer
para ser un pequeño burgués.

jueves, diciembre 06, 2007

Damisela Nocturna

Oculta entre velos oscuros, camina por la derruida callejuela que lleva a su desolado hogar, ningún amor le sigue, simplemente el recuerdo de una infame traición, iluminada por el astro místico de tenebrosa y hermosa luz, dicha luminiscencia proveniente de la Luna que ha sido observada y venerada por el hombre desde tiempos ignotos. Solo se ve una negra sombra que oculta una verdad horrorosa, hermosa damisela de tez tan suave como una gélida y deliciosa brisa, ojos tan serenos, tan tristes pero tan azules como el cielo despejado de la mañana, semblante tan pálido, mortecino y a la vez tan primoroso como los rasgos de su faz que recuerdan a las féminas deidades del mundo antiguo, su cabello perpetúa las llamas infernales en las que su alma se encuentra pero de un resplandor semejante al mismo destello de su pureza. Como ánima perdida vaga entre el mundo real y la fantasía, no encuentra diferencia entre estos pues en ambos sigue siendo desdichada, en su fantasía sólo queda de un anhelo la reminiscencia, espera que un amor sincero se acerque a su tumba y le permita descansar por siempre.

Luis A. Flores Rocha