Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa amistad del alma mía,
un sólo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos... me mataría.
¡Un beso, nada más! Ya su perfume
en mi alma derramándose, la embriaga;
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impaciente vaga.
¡Júntese con la tuya...! Ya no puedo
lejos tenerla de tus labios rojos...
¡Pronto...! ¡dame tus labios...! ¡tengo miedo
de ver tan cerca tus divinos ojos!
Hay un cielo, mujer, en tus abrazos;
siento, de dicha el corazón opreso...
¡Oh! ¡sosténme en 1a vida de tus brazos
para que no me mates con tu beso!
Manuel M. Flores
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